El arte colombiano pasa por un gran momento. La máxima exponente del boom del arte colombiano es Bogotá. Solo hay que fijarse en la cantidad de galerÃas y espacios culturales que han florecido en los últimos años y que la han convertido en una capital con ambición artÃstica. Al punto que fue incluida en el libro Art Cities of the Future, 21st Century Avant-Gardes, de la editorial Phaidon, como una de las 12 nuevas ciudades que lideran el arte contemporáneo a nivel mundial.
A las galerÃas tradicionales, que llevan un par de décadas trabajando por circular las obras de artistas emergentes y consolidados, se han sumado centros culturales como Flora ars+natura o el Espacio Odeón. Bogotá siempre ha sido el hogar de artistas interesantes, pero ahora veo que hay una atractiva movida juvenil. Hay una diversidad de espacios tanto institucionales como de galerÃas comerciales y ferias de arte. TodavÃa hay sitio para crecer y para que los espacios institucionales sean más dinámicos. Otro aspecto que alimenta la oferta es la llegada de galerÃas extranjeras como Mor Charpentier, de Francia, Klaus Steinmetz y Jacob Karpio, ambas de Costa Rica y Delinfinito arte, ahora Beta GalerÃa, de Argentina.
Y es que visitar una galerÃa no es sinónimo de ir exclusivamente a adquirir una pieza. Va más allá, puesto que el objetivo es que el público se acerque y se interese por la propuesta del artista que expone en el momento o que es representado por una galerÃa. Independientemente de si se trata de un coleccionista o de una persona sensible a estas expresiones artÃsticas, lo importante es tener la misma disposición que cuando se lee un buen libro; hay que estar atento, concentrarse y dejarse llevar.
